viernes, 22 de agosto de 2008

Un cuento para Oded.




Había una vez una linda princesita que solía pasearse entre los jardines de su bello palacio encantado. Digo encantado porque a menudo se oían rumores de seres extraños y sucesos paranormales que aterraban a los huéspedes del rey y la reina…y que también ponían los pelos de punta a la dulce e inocente princesita.

Un día, mientras Katherine –nuestra protagonista- andaba por los pasillos de palacio, escuchó un canto suave y enternecedor que provenía de las mazmorras del misterioso castillo. La princesa, que también se caracterizaba por ser curiosa, decidió ir a ver qué o quién era el dueño de dicha melodía.
Se oyeron pasos juguetones e inquietos –nadie dijo nada. De pronto, entre las sombras de las celdas que se encontraban en el sótano, se dejó ver una torpe figurilla de aspecto más bien cómico que tenebroso.



  • ¿Quién eres?, preguntó la princesita con un poco de sorpresa y muchísima curiosidad.

  • Soy Trashtell, le respondió la criatura extraña que ante ella se revelaba.

    Y dónde se encontrará Katherine, se preguntaban los reyes en palacio, mientras ponían a todos los sirvientes a buscarla…incluso debajo del piso!Sofía, la reina madre, estaba muy preocupada por la repentina desaparición de su princesita. ¿Dónde podría estar la niña?

    Todos ignoraban el hecho insólito que en esos precisos instantes estaba viviendo la niña en las oscuras mazmorras del castillo.

  • ¿Quién…qué eres tu?

    Un silencio ensordecedor penetró en el ambiente.

  • ¿Quién eres?, volvió a preguntar.

    De pronto, con una voz un chillona y aguda se abrió paso en el ambiente y las palabras ‘Elfo doméstico’ se dejaron oir.

  • ¿Un elfo? ¿Doméstico?, se repitió para ella misma la respuesta que acababa de recibir.

  • Estoy al servicio de tus antepasados aún antes de que tu nacieras, antes vivía también en los pasadizos, con los demás sirvientes…usaba ropa, no estos harapos sucios y rotos. Estaba al servicio de Anabeth, que entonces era soberana de todas las tierras que ahora tu posees y tus padres ordenan.

  • ¿Cuántos años tienes? ¿Acaso eres inmortal? ¡¿De ver-dad conociste a mi tátara-tátara abuela?!

    La mente de la princesita divagaba en un sinfín de interrogantes mientras contemplaba con mucho más paciencia al ser que tenía frente a ella.

    [Fin parte I]

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